Sergio Gustavo Razzari, un hombre de 60 años condenado a 10 años de prisión por abuso sexual gravemente ultrajante agravado, protagonizó en Viedma (Río Negro) una breve pero alarmante evasión tras haber estado prófugo durante dos años.
Razzari había sido capturado apenas 10 días atrás por efectivos de la División Unidad Operativa Federal (DUOF) Viedma de la Policía Federal Argentina, luego de una extensa búsqueda ordenada por el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 30 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a cargo del juez Guillermo Enrique Friele. La condena que pesaba sobre él era por haber abusado reiteradamente de una menor, en el marco de una convivencia preexistente.
A la espera de ser trasladado a una cárcel del sistema penitenciario, Razzari fue alojado en una dependencia de la PFA en la capital rionegrina. Pero este lunes protagonizó un nuevo escape que generó preocupación y movilizó un operativo de búsqueda de gran despliegue.
Según fuentes del caso, el hombre se fugó aprovechando una aparente distracción del personal: su celda habría quedado abierta y simplemente salió caminando del lugar. Lo llamativo es que, al momento de ser visto nuevamente, ya había cambiado su ropa, aunque aún no se sabe cómo logró hacerlo en tan poco tiempo.
Tras una búsqueda que se extendió durante la madrugada, Razzari fue divisado por los mismos agentes que lo habían capturado días antes. Lo encontraron en la intersección de Bv. Contin y Moreno, en dirección a la Ruta Nacional N° 3, a escasa distancia del puente Basilio Villarino, que une Viedma con Carmen de Patagones y podría haberle permitido cruzar hacia la provincia de Buenos Aires.
El detenido llevaba una vestimenta distinta a la que usaba en el momento de la fuga, lo que refuerza las sospechas sobre una posible ayuda externa o fallas graves en la custodia.
El episodio generó fuerte indignación y abrió interrogantes sobre el resguardo de detenidos en dependencias policiales no preparadas para alojar a condenados de alta peligrosidad. Las autoridades judiciales y policiales investigan ahora cómo fue posible una segunda fuga en tan corto tiempo y por qué no se garantizó su inmediato traslado a una unidad penitenciaria.
Razzari deberá continuar cumpliendo su condena por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por haber sido cometido contra una menor, aprovechando su vínculo de convivencia, y reiterado al menos en dos oportunidades. Mientras tanto, su caso vuelve a poner en agenda la necesidad de revisar los protocolos de detención en casos de alta gravedad.